En la oficina. Foto: Ludwianna Piñero

A comienzos del año 2020 me tomé un tiempo para organizar mis metas del año. El pasado diciembre había encontrado muchas respuestas con el Ikigai y esta vez era necesario replantearme las metas para esta nueva etapa.


Entre ellas estaba el deseo de volver a dar clases. Comenzaría dando talleres en el Ibime, luego con el Cenal y finalmente comenzar a hacerlo con Ediciones Madriguera. Formarme y formar con ese principio de “inspirar a otros para inspirarse uno mismo”. o "cuando uno enseña dos aprenden".


Pude avanzar en enero con un taller básico de producción editorial para los compañeros de la sede del Ibime. La intención era explicar el trabajo que debería hacer el Fondo Editorial donde trabajo desde diciembre y el contenido del Manual de Uso que comencé a elaborar desde mi llegada. El resultado fue sumar más buenas voluntades de parte de los compañeros, quienes se pusieron a disposición para ayudar en lo que fuera necesario y enriquecer la propuesta con sus inquietudes.

I Taller de Producción Editorial en el Ibime.

Posteriormente, Marli de la oficina de Talento Humano me convocó a una reunión para programar unos talleres en el primer trimestre, comenzando en el mes de febrero con un Taller de Lectura Oral, una propuesta que tenía en mente desde hace años producto de mi amistad con Yris Villamizar, quien desde hace años está dedicada a la formación de mediadores de lectura en todo el país. El segundo taller sería un taller de creación literaria en la biblioteca de Campo de Oro.


Al taller se presentaron alrededor de 15 personas con quienes pasé poco más de cuatro horas hablando, contando, riendo, escribiendo y leyendo. Alternaba lecturas, actividades y chistes para mantener la atención en el taller. 


En esa oportunidad entendí que cuatro horas para una sola sesión es demasiado tiempo, pero también hice un descubrimiento importante: tengo cosas interesantes que decir y puedo mantener la atención de las personas por mucho tiempo. Al finalizar el taller se entregaron los certificados y brindamos con té.

Taller de Lectura Oral en el Ibime.

Una semana más tarde nos atrevimos a visitar el piso 7 y 8 del hospital de Mérida, el pabellón infantil. El motivo fue hacer una actividad por el día de los niños con cáncer. Entonces quise llevarme los cuentos de Aquiles y escoger algunos libros infantiles que están en el Ibime.


Thaís Roa, la presidenta del instituto, en compañía de la Lourdes, la directora y Zaida, coordinadora de la Red, nos acompañaron con una olla de arroz con leche. Un grupo conformado por América, Ludwianna y yo por el Fondo Editorial, Josely, Nieves por Servicios Municipales y dos bibliotecarias de Campo de Oro.


Entramos con la mejor disposición de leer, contar y pintar caritas. Los textos que escogí eran esencialmente infantiles y humorísticos porque mi meta personal era pintar sonrisas y son risas que todavía no olvido. Niños que se accidentaron viajando detrás de un camión con rumbo a la frontera; superaban una pulmonía o se preparaban para una operación; una niña de 14 años atendía a su hija de un mes; y Gabriel se cayó de un caballo pero ese es tema para otra crónica. 


Parte de la delegación del Ibime en el Hospital.


Una semana más tarde viajé a Coro para estar con mis hijas y asistir a la Filven de Punto Fijo gracias a la invitación de mis estimados Francys Jiménez e Inti Clark. Llevé una propuesta de taller editorial para desarrollarlo en dos días. El primer día no se pudo realizar y el segundo día atendí un grupo emergente replicando el taller de lectura oral en una versión más breve con maestros de escuela, y al final de la tarde pude dar un abrebocas de lo que era el taller editorial antes de volver a Coro. Y también pude reencontrarme con amigos queridos, poetas, pintores y artesanos con quienes compartí muchos años.

Con Zuailex Díaz y Adelis González Campos.

Amigos y profesores de la UNEFM.

Con Jean y Franyi.

Taller de Lectura Oral.

Llegado el mes de marzo ya tenía programado mi retorno a Coro con un taller editorial para la Dirección de Cultura de la UNEFM. En fecha que coincidía intencionalmente con el cumpleaños de Antonella. Émilis me preguntó una semana antes si podría aceptar un segundo grupo por las tardes y luego de pensarlo un poco acepté. 


Pero el fin de semana anterior al taller decretaron la cuarentena social, los planes se cayeron por un tiempo y todo se puso en pausa por algunas semanas.