En su séptimo cumpleaños.



Ella dormía sobre mí y yo recostado en la pared, hasta que despertara nuevamente por hambre o dolor, que ahora es lo mismo, porque no sabíamos de su clavícula rota. Desde entonces dormir con ella es sentirme protegido por ese padre que soy, por su aire de futuro, por su burbuja de esperanza.