Puede resultar curioso que en lugar de reseñar mi participación en Filven Mérida el pasado mes de junio, el viaje a Filven Barinas, la celebración de mi cumpleaños número 33 al lado de amigos entrañables y el descubrimiento de nuevos amigos; el siguiente post en mi blog sea sobre algo totalmente distinto pero más cercano.

Hace más de una semana que no hablamos y las extraño realmente mucho. Faltan pocos días para ir por ustedes para que pasemos las vacaciones juntos. Pero cuando me cantan canciones hechas por ustedes o me cuentan sus historias, entiendo y confío que están bien, lo siento a través del sonido de sus voces y su entusiasmo.
En algún tiempo volverán a notar que tengo un tatuaje en mi tobillo y querrán saber por qué escogí la imagen de una Kombi. Entonces tendré que contarles que en una Kombi cabe toda una familia y pueden ir juntos a donde quieran. Ese tatuaje no es más que un símbolo de lo que soy, de la familia que llevo conmigo y que guía mis pasos, ustedes en el asiento delantero y yo al frente del volante de mi vida.

Pero esta vez deseo hacerme otro tatuaje. Ya lo escogí y sé dónde quiero llevarlo. Se trata del “Ojo que todo lo ve”, que simboliza a Dios, Padre Eterno. Lo llevaré en mi brazo derecho y cuando lo vea sabré que mi Padre Eterno me acompaña y hace conmigo con mis manos. Es algo que tiene que ver conmigo y lo que soy en mi fuero interno y mi constelación familiar.
Pero además deseo contárselo porque algo de esa decisión tiene que ver con ustedes. Porque soy su padre y deseo estar presente en sus vidas siempre aún cuando no esté presente físicamente. Que sepan con absoluta certeza que estoy orgulloso de ustedes, que me siento honrado de tener dos hijas tan maravillosas como ustedes y que las bendigo todos los días desde el fondo de mi corazón.
Decirte que admiro profundamente el cuidado, la atención y la dedicación con la que haces las cosas, Violeta; y que tu pasión, libertad y creatividad me llenan de fe, Antonella. Que ambas me reconcilian con el juego de la vida, ese génesis de todo el hacer de los seres humanos a lo largo de la vida.
Y que también deseo estar con ustedes siempre para jugar este juego, sembrarnos el alma de recuerdos, emociones y lecciones para vivir, para ser felices, porque no tengo recuerdo más feliz que el día que las vi por primera vez, las noches que les arrullé el sueño y sus primeras sonrisas.
Esas no necesito tatuarlas en ninguna parte porque las llevo fijadas debajo de mis párpados y sólo me basta cerrar los ojos para que estén conmigo.