Agosto 2013 en Pangea, Punto Fijo.

Caso curioso con la lectura el de mi amigo César Seco.
En Coro, cada vez que se toca el tema sobre las bibliotecas públicas en una reunión donde he sido invitado, mencionan su paso por la extinta Biblioteca Pública Central de Coro.
Cuentan que mientras trabajaba allí, César aprovechaba para leer los libros. Sus compañeros lo señalaban como un holgazán y se atrevían a decir que él solamente iba a perder el tiempo.
 Lo cierto es que su permanecía como bibliotecario no fue definitiva y cambió de labores hacia espacios donde la lectura le fue y le sigue siendo muy útil. Básicamente todos los escritores falconianos que vivieron esta experiencia cambiaron de labores a otras más afines con su vocación.
Hace algunos años igualmente cambié de labor y en parte encontré la misma escena en un distinto espacio. Abandoné un taller editorial y me senté en una oficina donde infinidad de veces fui interrumpido mientras consultaba o leía un libro, para atender tareas más urgentes.
Escuchaba: "dile a Ennio, que no está haciendo nada". Efectivamente ahí mismo terminaba el tiempo para realizar mi trabajo, y me dirigía a cumplir una labor distinta.
El caso sigue siendo el mismo con cerca de treinta años de distancia. La lectura es el mayor acto de rebeldía en nuestro país, tal vez en todo nuestro modelo de vida. Cuando ven al niño leyendo los padres se preocupan y le preguntan si se siente bien, si no quiere salir a jugar.
Sin embargo les aclaro que cada trabajador que lee está sumando pasión a su trabajo y practicando para desempeñarse a futuro en labores de le darán una mayor satisfacción a sí mismo, y por consiguiente a quienes le rodean, esto sin duda lo hará un mejor trabajador en calidad y cantidad. Por eso el mayor acto de rebeldía en este tiempo de crisis es leer.
Ahora bien, yo solo espero que el piloto de este avión no suelte los controles para hojear su libro favorito mientras aterrizamos.