El día comienza muy temprano, madrugada oscura y silenciosa que se adelanta al cantar de los gallos, siempre con la incertidumbre de no saber qué hacer hoy.
Rápidamente el café pasa por nuestra mente y es necesario calentar un par de tasas de agua para vivir esa primera oración diaria, aromática, humeante y sin azúcar antes de subir al taller. Ya en el taller y por recomendación de Internet, ese consejero impersonal que se las sabe todas, reviso la lista del día anterior y el progreso de los libros. Veo lo que falta por hacer y lo que hice.
Reviso correos y redes sociales para responder algún mensaje o simplemente felicitar al cumpleañero del día. Media hora se va en darle me gusta a los proyectos que comparten los amigos, los memes y los recuerdos. Son las 5:00am y es el único momento del día donde un frío espasmódico recorre las calles y se cuelas por las puertas en esta ciudad tropical, enclavada en medio del desierto.
Los primeros días era asombroso saber que aún existían gallos en las casas vecinas, hoy es la señal de que hay que interrumpir la primera jornada del día para bajar a preparar el desayuno, prepararse y preparar a las niñas para la guardería y el preescolar. Pero ya es diciembre, casi todos están de vacaciones y la casa siempre tiene movimiento.
Hasta ahora mi propósito de año nuevo es retomar la escritura, hacer rentable mi editorial, darle vida a este blog, compartir mejor con mi familia y "vivir viviendo" cada día.