Santa Ana de Coro, 03 de febrero de 2013
Amigo y Comandante
Hugo Chávez.-

Si debo comenzar por alguna parte ha de ser así. Porque ante todo fuiste el primero en asumir tu responsabilidad públicamente, en un país sembrado de cobardes; abogar por la vida y entrar a la cárcel o a la muerte. Porque nos diste aliento desde el primer momento, nombraste a Bolívar y nos sentimos redimidos. 
Porque mi abuela rezaba “Chávez nuestro que estás en la cárcel” como a un santo, mientras nos hablaba de Bolívar, de Alí, de los que luchan, mientras nos enseñaba a leer correctamente y no sólo a pasar la vista por las palabras; y también de los cobardes fotografiados en el diario (en los 90s) saliendo del país con las maletas llenas.
Porque todas las noches como nunca vimos a un presidente asumiendo la carga de un país, no entregándoselo a los empresarios o a las grandes compañías; poniéndose al frente de este barco, llamarnos al trabajo y más trabajo, y quitar las telarañas a la palabra “patria”. Porque así te hiciste un verdadero Comandante, y todos lo vimos. Porque sos nuestro comandante.
Porque entraste en mi casa y duermes con nosotros. Estás en las plegarias de la abuela, el tío y mis hermanos. Porque por encima de todo te sentaste en nuestra mesa y comiste con nosotros aún estando lejos, las mismas caraotas, la misma arepa y el mismo guarapito.
Porque asumes todas las responsabilidades, las mías y las de mis camaradas, sin decoro, aún cuando aprendimos a asumirlas nosotros mismos: los del relevo, los del ahora.
Porque nos invitas a tomar nuestro café, no Coca Cola ni coctel; te sentaste a charlar como uno de nosotros con nosotros y te quedaste: sos uno de nosotros. Porque entonces no hay otra forma de decirlo, de sentirlo o de vivirlo, más que asumir que eres de los nuestros, de las calles, del pueblo. Que hablar de “mí” o de “ti” ahora es hablar de “nosotros”, es decir, que soy tan Chávez como tú, porque tú eres tan Ennio como yo, tan Juan como Juan, tan Ana como ella misma. 
Porque nos devolviste este país en el que todos nos sentíamos extranjeros, aún siendo unos muchachos. Porque además andamos por las calles que sin dudas ahora son más nuestras que nunca, no de la burguesía o las élites: nuestras calles son. 
Porque también nos alientas a seguir. Porque tu voz es el motor de nuestro amor, redimes al amor, esa utopía que los materialistas venden al mejor postor, y que los pobres sentimos desde tempranito con ese “Dios lo bendiga” de mamá o de papá o del tío. Que no es más que la transmutación de todas las carencias que podemos tener, en una enorme riqueza bendita desde que salimos de casa, al levantarnos o acostarnos, con ese generoso desprendimiento.
Porque nos tienes de primeros en tu agenda. Porque gracias a ti, los venezolanos somos los dueños del país, no los agremiados de Fedecámaras, ni los que salen en las páginas de sociales luego de regresar de España, luego de gastarse el dinero que nuestros padres trabajaron, luego de casarse entre ellos, luego de comprar o vender o declarar la banca rota en las empresas donde trabajamos.
Porque nos nombras, te nombramos. Porque nos tienes presentes, colgamos un afiche tuyo en nuestras casas al lado de Jesucristo que nos protege, para que nunca te vayas. Porque además creemos en la reciprocidad del amor, te amamos.
Porque te digo, tal vez con intención de consolarte en esta nueva lucha, que ya no hay forma de borrarte de nosotros, de arrancarte de la historia de un plumazo, de afrentar todo este amor que sembraste en el pueblo. Ya no es posible un borrón y cuenta nueva, si te pensamos, si te sentimos, si te nombramos: Chávez, Chávez, Chávez... que soy yo, que somos nosotros, que son todos.
Por siempre, tu amigo
Ennio Tucci
Imagen tomada de www.globoterror.com