No hay nada qué esperar
pero tener esperanza,
tragarse el corazón de una palabra
pero que siga palpitando,
poner el letrero de no estacione
y mantener las puertas abiertas,
mirar más allá de lo evidente
sin subir lo suficiente para hacerlo,
cambiar el mundo
conservándolo todo como está,
porque es mucho el riesgo de cambiar
pero es imperativo hacerlo.
A quién hay que matar para vivir...